En agosto, la inflación se desaceleró ligeramente hasta el 10,5%, tras el 10,8% alcanzado en julio. El encarecimiento de los productos energéticos continúa siendo el principal elemento inflacionista debido al incremento de las materias primas en los mercados internacionales. No obstante, los alimentos, tanto sin elaboración como elaborados, también están presionando al alza la inflación.
El IPC subyacente aumenta tres décimas, situando su tasa de variación en el 6,4% interanual en agosto, 4,1 puntos por debajo del IPC general, lo que estaría reflejando el esfuerzo del tejido productivo, en una situación todavía muy delicada para muchos sectores, para no repercutir todo el aumento de costes en sus precios finales de bienes y servicios.
Hay que tener en cuenta que gran parte del incremento de precios que se observa en muchos componentes del IPC obedece a factores externos a la economía española, como las consecuencias del conflicto bélico y los problemas de suministro. La debilidad del euro es un factor adicional que encarece los bienes importados.
Además, la prolongación de la guerra de Ucrania y las sanciones económicas impuestas a Rusia pueden seguir condicionando la evolución de los precios de algunas materias primas, entre otras, gas, petróleo, cereales o aceites, que a su vez repercuten sobre la composición del precio de otros muchos productos. Por todo ello, la inflación se mantendrá elevada en el corto plazo, aunque irá moderándose.
En este contexto, resulta especialmente relevante evitar un escenario en el que los aumentos de los precios y salarios se retroalimenten entre sí, para no producir efectos de segunda ronda que nos lleven a una espiral inflacionista.
En términos de comparación con Europa, el IPCA en junio alcanzó una tasa del 10,5%, mientras que en la Unión Monetaria esta tasa se situó en el 9,1%, con lo que el diferencial se reduce levemente con respecto al mes anterior.
Entrando en un análisis más desagregado de la inflación, cabe destacar que dentro del componente subyacente, los precios de los servicios aumentan su ritmo interanual en dos décimas hasta el 4,1%; los precios de los bienes industriales sin productos energéticos incrementan en tres décimas su tasa de variación hasta el 5,6%; y los alimentos con elaboración, bebidas y tabaco aceleran su tasa interanual seis décimas hasta el 12,5%, destacando el aumento de aceites y grasas (24,0%).
Los precios de los alimentos sin elaboración minoran ligeramente su tasa de variación interanual en 5 décimas hasta el 12,9%. Destaca el incremento de los precios de productos tan básicos como los cereales, la leche o los huevos, todos ellos con crecimientos por encima del 20%, o del pan, la carne de vacuno, carne de ovino, carne de ave, frutas o legumbres y hortalizas, por encima del 10%.
Los precios de los productos energéticos moderaron ligeramente su tasa interanual hasta el 37,4%, frente al 41,4% de agosto, debido al menor aumento del precio de las materias primas energéticas. En agosto el precio del petróleo continuó desacelerándose, tras los máximos desde el año 2008 alcanzados en junio. El precio medio del crudo Brent fue de 104,9 dólares/barril, lo que supuso un incremento interanual del 46%, que fue muy superior en el caso del euro, casi el 70%, debido a la debilidad de la moneda europea frente al dólar.
El descenso del precio del petróleo continúa en septiembre ante el temor a una mayor ralentización de la economía mundial. En los primeros días de septiembre el precio del Brent, en promedio, es de 95,9 dólares/barril, lo que aún supone un encarecimiento interanual del 29%, que en euros será casi del 52%.